25 de febrero de 2009

Nova Vida (primera parte).

Me gusta la vida en esta comuna, pese, a que no sea tan glamorosa como la otra.
 Lo primero es la gente, que es entre gris y opaca o por el contrario excesivamente colorinche, harto gritona, buena para andar con un kilo de bolsas y paquetes en las horas peak del metro y bien mala para dar el asiento a las embarazadas o a la tercera edad.


Lo otro, y como consecuencia de lo anterior, es que ya no hay nada con que distraer la vista en el trayecto al metro, al menos en la otra comuna, cuando no había nada de nada (lo que era raro), quedaba la alternativa Scuola Italiana, en donde con un dejo de nostalgia (y no de pedofilia porsiaca), miraba a esa tropa de niños bonitos, y me preguntaba una y otra vez, buscando fundamentos biosociales, del por que en mi pubertad maipucina no había esa clase de chicos para mirar, ya que la mayoría eran esmirriados, bigotones y unicejulares.

Acá también tengo un colegio cerca, pero cuando paso frente a el, siento mas un flashback de mis años escolares maipucinos que una nostalgia positiva. Lo otro es el departamento propiamente tal, que es feo-feo también, pero, con mucho potencial. Los muebles de la cocina son vieeeeeeeeejos, perfectamente podrían ser donados al Museo Histórico Nacional y los recibirían emocionados, y hasta le podrían mi nombre a alguna de las salas por haber hecho tan magnifica donación.
Y ni hablar de los azulejos del baño, descontinuados hace como 30 años, son tan antiguos que en unos años mas perfectamente podrían formar parte de una muestra sobre cerámica y alfarería del Museo Precolombino.

Y a eso hay que sumarle las cañerías, que se tapan con todo, pero es lo que menos me importa porque he desarrollado toda una técnica de lauchaje, y cual gasfiter, apenas algo colapsa agarro el teflon y mi laucheo y comienzo a sacar restos orgánicos casi medievales del lavaplatos.



Pero y pese a todo lo anterior, estoy feliz viviendo aquí.



Y hasta una veta deportista he desarrollado y salgo a correr casi todas las tardes.

 Mi hermano me regalo un precioso buzo para Navidad, al cual y en merito de mi espíritu deportivo, recién le saque el polvo acumulado y las etiquetas la semana pasada.


Pero ya despertó la maratonista que llevo dentro de mí y debo reconocer que me ha hecho super bien, duermo como un tronco, sueño bonito y he elongado al menos 73 músculos que ya se estaban atrofiando por el poco uso.



Eso.



Mi Nova Vida.