2 de mayo de 2005

Los desconocidos de siempre

Hoy nos juntamos después de tanto tiempo, la cita era a las 11 de la mañana en mi casa.
Honestamente no le creí cuando me dijo que vendría, tantas veces me había dejado esperándolo, que a estas alturas me parecia casi anecdótica su solicitud, y confieso que muy dentro de mí no estaba muy segura de querer que viniese, de algún modo me es raro verlo.

Me levanté tarde y aunque la noche anterior había pensado largo rato que ropa iba a ponerme, termine colocandome cualquier cosa, igual me daba lata que me viera con cara de " estaba esperandote".
 Como se actúa con normalidad en estos casos?,sobre todo después de todo lo que ha pasado entre nosotros.
Tenía tantas cosas que preguntarle,tantas,tantas, que hasta pensé en hacer una lista, para que no se me fuese a olvidar alguna( lo sé, soy cúbica), que si aún estaba pololeando, que si ibamos a volver a vernos o no, que que pasaría una vez que diese el examen de grado y se fuese a su casa, fuera de Santiago, conversar no sé, de cosas importantes, saber que había sido de su vida todo este tiempo, mirarlo mientras hablara y saber si había cambiado en algo o seguía siendo el mismo ente de siempre.

Me causo gracia ver que llevara puesto el mismo chaleco viejo que usaba cuando estabamos en la u y que me prestaba cuando me daba frío, estaba mas gordo y chascón, igual me dolio la guata verlo.

 Mientras él miraba inquisitivamente mi casa nueva, como tratando de encontrar a su alrededor, algún objeto que le fuese familiar,no sé por que,vino a mi mente una frase que decía mi abuela" los más grandes amores son los inconclusos.......", sera cierto eso o la verdad es que la distancia es el olvido?.
No lo sé, pero de lo que si estoy segura es que el tiempo no lo cura todo, pero que al menos desplaza lo incurable del centro de atención.

Se que él ya no esta solo y que ha trazado planes y proyectos con otra persona a la que oí decirle una vez, "te amo"por teléfono.
Me siento extempóranea.
 Empezamos a conversar de puras tonteras, de la tesis, de la universidad, de su familia y la mía, y mientras hablaba yo trataba de buscar en sus gestos y en su mirada,que antes conocia tan bien,alguna señal de algo,pero no encontre nada. De hecho en algún momento llegué a preguntarme que hacia él en mi casa, que a que habia venido, si yo ya estaba bien.

Pero como siempre no pude decirle nada, y en cambio le añadí mi cuota de superficialidad a una ya superflua conversación. Eramos como dos desconocidos que conversan amablemente de sus vidas mientras hacen cola en un banco.
Eramos los desconocidos de siempre.
Me siento extempóranea nuevamente.
Luego almorzamos y al rato se fue.Me dijo que volvería el próximo jueves,y aunque yo asentí,se que no lo hará.Aún lo conozco.
Mientras lo veo irse, pienso que Neruda tenía razón, es demasiado largo el olvido y que ya estoy cansada....no se le puede pedir al tiempo que vuelva, apesar de que no me arrepiento de nada, o bueno, casi.
Ahora ya es tarde y me duele la cabeza, y repaso en mi mente mil veces el día de hoy, como tratando de buscar alguna respuesta para ninguna pregunta.

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